El sol te bañaba completamente de luz cálida, y hacia brillar tu piel apenas perlada por el sudor; la playera como casi siempre era prescindible. El escenario era distinto, y sin embargo sabía completamente donde estaba, ¿cómo no saberlo, si casi vivía ahí? Esa pequeña división entre Brasil e Italia, en donde alguna vez me había escondido bajo un calentador. El tiempo también era otro; tu piel era otra, en el cual el bozo era fino y el tono muscular apenas había sido desarrollado y sin embargo era mi tiempo.


Me acerque a susurrar algo a tu oído [como siempre sabíamos que se corría el riesgo de ser escuchados], y tu respuesta fue automática: the room. Ese lugar que de alguna u otra manera era tu fortaleza; fortaleza en la que yo era rey. El efecto del sol como siempre era el mismo y dejaba su rastro a su paso, haciendo de la tibiedad una variable casi infaltable que algunas veces era sofocante y otras veces era necesaria. Ahí radicaban muchas de mis memorias [como el año nuevo más solitario de toda mi vida, y sin embargo muy bueno, o los juegos con pistolas de pintura y las infaltables explicaciones sobre constelaciones que para mi no tenían ningún significado], ella había desaparecido unos meses atrás, ella que recurre a mi pensamiento en las noches de insomnio [ella a quien prometí visitar]. Dos espacios individuales y sin embargo solo uno era utilizado, un espía silencioso del tamaño de un oso y estrellas rojas y pegajosas que nunca habían sido completamente removidas. Sí, el tiempo en verdad era otro.


Y ahí fuimos, ahí donde alguna vez temblé completamente de pies a cabeza, ahí donde grababa mensajes en tu piel mientras te comunicabas con ella que era siempre abierta. El CPU en el mismo lugar, con la misma serpiente encima, en el mismo mueble de siempre. The room, donde simplemente podíamos ser quien y quienes en verdad eramos. El mismo revoltijo banal de cosas afuera de donde simbolicamente estábamos, el mismo silencio al que nos veíamos sometidos debido a la proximidad con los ancestros. La ventana como siempre nos mostraba una vista mitad amarilla mitad azul noche.


Lo demás tu y yo lo sabemos; y nadie más necesitaba saberlo. Solo tu y yo lo entendíamos, solo tu y yo nos entendíamos [you were Mother Nature son, someone to whom I could relate] y no era necesario que nadie más nos entendiera, al final de todo solo tu y yo habitábamos the room en Italia. El tiempo era otro, el tiempo era nuestro. Las cosas difieren y por mucho ahora; los sentimientos han cambiado completamente y solo nos queda esto...


...y que si no? hacerle el amor a un recuerdo.

La sensación de estar sobre un piso frió fue la que le trajo de nuevo a la conciencia levantanto lentamente su cabeza mientras abría sus ojos, los cuales tardaron un poco en acostumbrarse a la luz del fluorescente que estaba instalado en el techo. Tenía ese pantalón negro, con esa playera blanca, sin llevar calzado alguno. El lugar tenía cerca de 1 metro de ancho por 2 de largo, con baldosas de color azul cielo y azulejo de un blanco perturbador, la cortina de vinilo se encontraba desgarrada, manteniéndose sujeta en el aire por dos o tres agujeros que seguían aprisionados por los aros. La cortina parecía que en algún momento había sido blanca, sin embargo ahora tenía una serie de puntos y manchas parduscas; producto de la humedad y el paso del tiempo. El lavamanos que estaba justamente frente a él, al igual que váter eran de ese color blanco explotado aun más por la luz fría que llegaba directamente del techo.

Sí, definitivamente estaba en un baño, y creía saber perfectamente en que baño, ¿cómo no reconocerle si durante casi ocho años había sido el lugar en el que se deshacía de la pereza matutina, en el que hacía necesidades básicas, en el que había leído innumerables publicaciones, etc.?, sin embargo esta vez era distinto, esta vez estaba encerrado, esta vez donde solía estar la puerta solamente había una fría pared. Sí, esa pequeña ventana de unos 30 centímetros por cada lado con una protección soldada seguía estando ahí, pero no la puerta.

Él lo sabía, se encontraba completamente encerrado. Había sido encerrado en sus propias memorias, en su propia cabeza, en su propio territorio por algo que creía haber deshechado hace mucho tiempo. La desesperación empezó a recorrer su cerebro que provocaba una descarga de adrenalina y una desagradable sensación en la piel que se veía reflejada en los poros que se habían erizado. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? era muy difícil intuir el tiempo en un pequeño encierro con una minúscula ventana que parecía dejar entrar simplemente lo que su carcelero quería que viera; una completa oscuridad.


¿Cómo había llegado ahí? ¿cómo él había llegado ahí? El señor Moody había desaparecido hace mucho tiempo, él mismo lo había expulsado de su ser. Y sin embargo el señor Moody es quien lo había encerrado ahí, no existía ninguna duda.


El señor Moody no había sido nadie mas que la parte de él que en algún tiempo había sido el habitante de su cuerpo, el que había demostrado lo peor de si mismo y aquel que había decidido no ser más. Todo había empezado con los cambios de la adolescencia y los auto-descubrimientos que al momento no fueron nada agradables. A Moody le agrada completamente la atención de las personas que le rodeaban, se embriagaba de sus propias ideas comiendo de lo que los demás le ofrecían, al que le desagradaba completamente lo oposición y siempre de alguna u otra manera lograba tener el control. Mr. M, como casi todo en la vida, había sido bueno y malo [le había dejado la habilidad de controlar ligeramente las situaciones, la capacidad de la palabra y cierta intuición de lo que se avecina]. Sin embargo su conducta era completamente auto-destructiva y también le afectaba a él.


Y ahora, cerca de 3 años después había aparecido de nuevo ¡¿que coño?! ¿Cómo había regresado? Le había hecho correr por esa casa abandonada sin techos en la que solo quedaban peceras medio vacías y fotos tormentosas, pasar por esa Guayín Lebarón donde había pan enmohecido y naranjas resecas, volver a correr esa calurosa calle de Guerrero en la que se había herido el pie, topándose con ese ladrillo rojo que no había tenido el "valor" de lanzar contra la ventada de ese guinda 68, encontrando refugio en ese baño...


¿Qué era Moody? ¿quién era M? Él era el señor Moody, él lo había creado y por lo tanto él tenía el poder de destruirle. ¿La carencia de salida? Había usado los puños antes y en un mundo que solo era la manera gráfica en la que su cabeza decidía representar de la situación actual no se encontraba atado a las leyes básicas de la física...


"despierta de entre los muertos y siente que estas vivo,


quita los gusanos de tus ojos y ve a la eternidad


busca el sueño que despertara tu vida.


no dejes que los muertos te lleven hacía el mal


y no dejes que los vivos te coman a mordidas;


busca tu arma y *matalos*"


(Cortes 2003)

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